Agustín de Vicente |
Por esta sección de LA SIRENA DE ARAGÓN, dedicada a entrevistar a compañeros del banco y otras personalidades, han pasado personajes de distinción que, independientemente de su carrera profesional en nuestro banco, han destacado sobremanera en otras facetas, dentro de diversas actividades deportivas o culturales. En este caso concreto que nos ocupa, la diligencia de Agustín de Vicente Salesa en las obras dinámicas en que se ejercita es ejemplar y variopinta. A lo largo de la entrevista lo iremos experimentando.
Estamos reunidos con Agustín de Vicente, tranquilamente, en la Sala de Conferencias de la Sede Social del Club, sin que nadie nos moleste, y ya iniciamos nuestra relajada conversación, como es ya habitual en esta página, preguntándole sobre su trayectoria en el banco desde sus inicios.
Yo entré a trabajar en el Banco de Aragón de Teruel, como botones, en el año 1943, a la edad de quince años y allí permanecí hasta que me casé; pero como mi esposa no era oriunda de Teruel y yo tampoco veía mucho porvenir en esa plaza, solicité el traslado a Zaragoza. Cuando me vine aquí ya tenía treinta y un años y hasta que me jubilé he permanecido en la capital del Ebro.
¿Cuántos años permaneciste en la actividad profesional?.
Pues la friolera de cuarenta. Primero estuve en la Dirección General del Banco de Aragón y después, con las diversas funciones, fui cambiando de departamento pero nunca en oficinas cara al público. Concretamente en la Dirección Territorial y en el Centro de Contabilidad y Cálculo.
Esta es, en líneas generales, tu vida profesional, pero, paralelamente, has desempeñado una gran labor como miembro de la Junta Directiva del Club Cultural de Empleados del Banco. ¿Cuántos años?.
También muchos, nada menos que treinta y dos. Primero como vocal y después, nuestro presidente, Angel Tello, me designó como vicepresidente y en este cargo más de treinta años.
Llevas muchos años como jubilado del banco, pero mis referencias son que también has solicitado la dimisión en la Junta.
Sí ya la envié, en su momento, mi carta de dimisión al presidente, pero me ha dicho que espere hasta final de año, ya que como estamos celebrando el cincuenta aniversario de la fundación de nuestro Club, ahora hay mucho trabajo. Ahora bien, mi dimisión es irrevocable, porque ya llevo muchos años y mi edad es avanzada. Como no soy mujer, te confieso que me contemplan ochenta y tres años y quiero descansar tranquilamente sin agobios, ya que mi colaboración ha sido permanente a lo largo de tanto tiempo; ahora bien, también le he observado al amigo Tello, que, a pesar de mis limitaciones propias, si en algún momento le hago falta para cualquier menester, cuente conmigo incondicionalmente, ya que llevo al Club muy dentro de mí.

Agustín como Hermano Liberatus
en «El gran Cardenal»,
de José María Pemán |
En la pasada fiesta del Club, celebrada en el Restaurante Bahía, dedicada a los compañeros jubilados, tuviste un reconocimiento de la Junta al respecto.
Sí, me impusieron la medalla de oro del Club y fue para mí muy emocionante, ya que, el día anterior, tuve la desgracia de caerme en las escaleras de mi casa, me di un golpe muy fuerte en la cabeza y pude asistir de milagro y hubiera sentido sobremanera no poder estar.
Pasando ya a tus muchas actividades culturales y artísticas, concretamente, teatro, pintura y música; si te parece, las vamos a ir escalonando y te empezamos a preguntar por tu faceta de actor. ¿Cuándo nació tu pasión por el teatro y cuáles han sido tus actuaciones artísticas en los escenarios?.
Empecé de muy joven en Teruel, en un cuadro artístico muy importante y, desde el punto de vista aficionado, empezamos a realizar obras ligeras de Arniches, de Ruíz Iriarte, de Carlos Llopis. Pero de la que tengo un grato recuerdo es de una de José María Pemán, que quizás en la actualidad su argumento sonaría un poco desfasado, que se llamaba El gran cardenal; en esta obra realizaba un papel muy bonito de hermano lego, por el que fui muy felicitado. Quizás sea éste el único rol dramático que he interpretado, los demás han sido siempre de comedias amables para que la gente disfrute y como mi teoría es que, un día sin reír, es un día perdido, el respetable disfrutaba y yo también.
En Zaragoza, ¿seguiste con tu faceta interpretativa?.

Representación de la obra
«La Vuida es sueño»,
en la fiesta San Carlos,
protagonizada
por Agustín de Vicente |
Naturalmente, ya más profesional, interpreté el papel principal en la obra La viuda es sueño, del humorista Tono. Ya sabes que Tono, De la Iglesia y Miura, eran un triunvirato de humoristas de la revista «La Codorniz». Recuerdo el elenco de esta obra, en que estaban compañeros del banco, ya fallecidos, como Fernando Joven y José Esteso. También actuaba Valentín Palomo, que está viviendo una segunda juventud. Entre las féminas, la protagonista era Rosa María Lamata y estaban además las hermanas Marzal. La obra la representamos en la antigua Feria de Muestras.
Tu estilo de actuar, ha sido siempre muy peculiar, en una línea parecida a Quique Camoiras o o Paco Martínez Soria. ¿Estás de acuerdo?.
Con matices. Estos actores que has citado, tienen mi gran admiración, pero para mi gusto fueron demasiado histriónicos, yo he sido mas moderado. Concretamente en la obra que yo tantas veces he interpretado, Ponte el bigote Manolo, Camoiras se pasaba mucho en la caricatura.
Precisamente esta obra «Ponte el bigote Manolo» ¿es la última en que has actuado, verdad?.

Agustín, de protagonista
en la comedia
«Ponte el bigote Manolo» |
Sí, pero no quiero pasar página sin recordar un Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que representé en Teruel, junto a esos dos grandes actores que fueron José María Seoane y Rosita Yarza. El primero de ellos, para muchos, fue el mejor Don Juan de la historia de esta obra. Yo representaba el papel de Ciutti (el criado de Don Juan). Volviendo a Ponte el bigote Manolo, tengo que decirte que su autor se llama Alfayate y que la representamos en más de cincuenta sitios, con llenazos en todos ellos, en Zaragoza: en el Teatro Principal y en el Teatro del Mercado, y en muchos pueblos durante las fiestas, con grandes éxitos.
En el séptimo arte, en el cine, también has aparecido.
En Teruel, en una película que se llamaba Torre partida, hice mi primer papel de reparto, en la que interpretaba a un Jefe de estación y me mataba Fernando Sancho; recuerdo que en esta película trabajaban también Adolfo Marsillac y Enrique Diosdado. En Zaragoza, con la productora Moncayo Films, representé el papel de un taxista, en la película de José Antonio Duce, Culpable para un delito. El ambiente del cine es muy agradable y a mí siempre me ha encantado. Recuerdo que en la película de Vicente Aranda, Libertarias, en la que, junto a Mariano Pallarés, aparecíamos un poquito, no lo pasamos genial. Cuando llegamos ya estaban repartidos los papeles secundarios y, prácticamente, nuestra participación fue testimonial.
Vamos ahora con tu faceta de pintor artístico, que con gran versatilidad realizas. Reproducimos dos cuadros tuyos para que aprecien su calidad los lectores de LA SIRENA DE ARAGÓN. ¿Qué nos cuentas al respecto?.
Soy autodidacta, no he ido a ninguna academia, ni escuela de arte. Empecé con el pastel, que, modestamente, creo que me salía bastante bien (el bodegón que se representa está hecho con ese método) y también he pintado cuadros al óleo. Ahora que me encuentro más liberado de mi trabajo en el Club, estoy volviendo a pintar con más asiduidad. Mis hijos me encargan cuadros y yo se les hago con mucho placer. Ahora acabo de terminar uno sobre París que se lo he regalado a mi hijo Fernando. En las exposiciones colectivas del Club siempre participo.

En el universo de la música, también has hecho tus pinitos.
Soy un gran amante de la música. Además, mi hija es profesora de piano en la Escuela Municipal de Música. Estudié algún curso de piano, pero considero que su estudio es muy difícil. En casa, alguna vez me entretengo tocando, pero esporádicamente. También soy socio fundador de La Asociación de Amigos de la Música de Zaragoza (A.M.B.A.) y participo en ella presenciando sus grandes conciertos líricos y actos dedicados a preservar la música en nuestra Comunidad Autónoma, viajando por nuestra geografía aragonesa. En definitiva, soy un gran melómano y sé apreciar la gran música, poseo una buena discoteca y me gusta sentarme en casa y escuchar, en mi cadena musical, piezas sinfónicas, de zarzuela y de ópera. También asisto a conciertos en el Auditorio.
Un hombre tan polifacético, en la vida cultural y artística en Aragón, como Agustín de Vicente, es el más apropiado para aconsejar a estas nuevas generaciones de empleados de banca, que, actualmente, tanto se quejan de que su actividad profesional les absorve tanto, que no tienen tiempo para dedicarse a facetas de otra índole que, en alguna medida, pudieran evadir su dedicación plena y poder relajarse y sentirse más realizados humanamente.
Con una gran dosis de moral y sacando tiempo de donde no lo hay, siempre existen resquicios para, con buena voluntad, encontrar esos momentos de evasión. En todas las épocas el trabajo bancario ha sido duro, no solamente ahora. También me sorprenden mucho los compañeros que, cuando se jubilan, dicen que se aburren. No los entiendo, existen actividades de todo tipo y para todos los gustos y, no siempre, es necesario tener una vena artística para realizarlas. Repito, lo importante es tener buena voluntad. Como paradigma, quiero expresar la cantidad de ellas que oferta nuestro Club Cultural, con esos viajes fantásticos, esas exposiciones, conferencias, etc.
Resulta un gran placer la tertulia y el diálogo con Agustín de Vicente. Él dice siempre que un día sin alegría es un día perdido y, jocosamente, expresa que hay que tener actividad y hacer cosas, para matar el gusanillo o, por lo menos, dejarlo malherido. Ha sido un auténtico soplo de aire fresco el compartir este rato con él, gracias Agustín, por tu optimismo y buena amistad.
Por Leandro
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